divendres, 23 de setembre del 2011

¿la muerte es un final?


Una fuerza me estaba estirando, levantándome, haciéndome volar, volar fuera del mundo donde no volvería.  No volvería a sentir la dulce brisa del mar en invierno, no volvería a tocar mi suave muñeco de peluche  de la infancia, no volvería a hablar con mi hermana de 9 años, ni a mis padres, no volvería a saborear otra comida de mi abuela, ni a sentir esa tristeza cuando has acabado de leer  ‘La última canción’, mi libro favorito.
Estaba saliendo paro no volver, saliendo de todo lo humano y material, para adentrarme a un mundo nuevo y desconocido. Mi cielo. Mi mundo. Donde podría hacer, ver, oír y tocar todo lo que quisiera. Hacer mis sueños realidad, como bajar con trineo por una montaña con y sin nieve, bucear son millones de peces, tocar el cielo con la mano…
Mis sueños se estaban haciendo realidad pero me faltaba algo, faltaba el amor, mi amor, por eso volví a la tierra en mi forma fantasmal, para describirlo de alguna manera. Quería ver a mis padres, mi familia.
Era de noche y fui a ver a mi hermana, estaba durmiendo, había cambiado, no se parecía en nada a la niña que vi antes de irme, estaba triste, una tristeza que yo nunca sentiría. Pues la había causada yo, con mi ida. Pero ella tenía que seguir viviendo, sin mí. Tenía que crecer, cosa que yo nunca haría, pues me había quedado a los 15 para siempre, en mi cielo, mi cielo que ya no parecía tan perfecto. ¿Cómo podía estar tan contenta mientras mi familia sufría tanto? Tenía que…
-       Bibi, ¿volverás? – dijo en sueños.
-       No, pero volveremos a estar juntas te lo prometo – respondí aunque sabía que no me oía.
Mi madre tampoco me había olvidado igual que mi padre, mis fotos ya no estaban en las estanterías, una prueba fundamental de que su dolor estaba allí.
Y mi habitación, mi habitación estaba igual de desordenada como la deje, la única diferencia es que se sentía una especie de desolación cuando entre.
Mis padres estaban destrozados, y todo por mi culpa. ¿Porque me tuve que morir? Mis padres no podían vivir con ello.
Mi madre ya no cuidaba las flores del jardín, mi padres trabajaba más horas, para no volver a casa. Y mi hermana no quería llorar, no quería echarme de menos.
Me fui a mi mundo, a mi cielo que se estaba desmoronándose. Volví.
Mi madre tenía que volver a cuidar las flores, mi padre tenía que vivir con mi ausencia igual que mi hermana, no le podía destrozar la vida así. Me sentía tan impotente.
-       ¡Mi muerte ha sido provocada!, si encontrase al culpable…- grite.
-       No te entrometas, las cosas pasaros por algo, tu familia lo superará, a su ritmo - dijo una chica.
-       ¿Tu quien eres? -
-       Charlotte -dijo – Bibi, todo el mundo muere, déjalo como está.
Mi hermana encontró mi diario y lo leyó, se dio cuenta de que la quería, y mucho. Eso no la hizo echarme más de menos sino que la hizo más fuerte. Ahora es sicóloga, ayuda a la gente que ha perdido a alguien, como ella.
Mi madre volvió a cuidar flores, de esa manera le parecía que estaba más cerca de mí, cosa que era cierta, pero no solo cuando cuidaba flores. También entro en mi habitación poco después de mi primera visita, y sentí como si alguien me estuviera abrazando, con todo el cariño del mundo.
Mi padre se jubiló y paso mucho tiempo en casa, cosa que hizo que volviera a poner mis fotos y a escribir un libro, el libro de su vida, donde yo salía bastante, como la protagonista.
Mi habitación está totalmente cambiada, esta lista para acoger a una nueva persona, mi sobrina llamada Bibiana, como yo. Aunque para mi será mi pequeña Bibi. Mi hermana ha encontrado lo que yo nunca busqué. el amor de su vida.
Y yo estay con ellos, siempre, aunque no lo sepan. A veces me parece que lo saben, y por eso me alegro de estar allí aunque sea solo por hacerles compañía.
Cree mi mundo y me quede con mi familia, mi amor y mi vida.

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